Por: Juan Bonilla
Los que recibimos y entrevistamos a los denominados «voceros» de partidos políticos y aspirantes presidenciales sufrimos, con una inusitada frecuencia, «vergüenza ajena» con las graves deficiencias de la mayoría de ellos.
La renovación partidaria, sin dudas, es una tarea pendiente. Jóvenes profesionales sin ningún entrenamiento para exponer en televisión y radio, sin el más mínimo dominio del contenido del discurso de sus partidos y «candidatos».
El librito aconseja que, antes de hablar, organice sus ideas, conozca a su interlocutor y a su audiencia, procure estar bien informado y que use el lenguaje que domine. No es que sea un comunicador, pero debe ser efectivo como portavoz.
Los partidos están actualmente huérfanos de voceros que convenzan a los segmentos que razonan su voto: la clase media, la juventud, los profesionales y ciudadanos independientes.
Esta dolorosa experiencia la vivo en televisión y radio, observo que el problema se agudiza y lo más penoso es las asombrosas limitaciones de la juventud que actualmente «gana espacio» en los partidos políticos.