Si la población de Santiago paga alrededor de quince millones de pesos mensuales por la recogida de la basura, ¿es la limpieza de la ciudad «un logro que debe aplaudirse» a la Alcaldía de Abel Martínez?.
Una de las tareas esenciales de los ayuntamientos es la recogida de la basura y para eso la población paga. Si es así, entonces no habría razones para aplaudir que una administración tenga una ciudad medianamente limpia.
En el caso de Santiago, la Alcaldía ni siquiera cobra el servicio de recogida de la basura que ofrece a la población porque se ha acomodado a que esa tarea se la realice la Corporación del Acueducto y Alcantarillado (CORAASAN).
Cada mes CORRASAN le deposita en una cuenta a la Alcaldía alrededor de 15 millones de pesos que paga la ciudadanía para que el Ayuntamiento le recoja la basura. La estafa a la población sería que la Alcaldía le cobre la basura y no la recoja.
Y como el Ayuntamiento ha sido incapaz de recoger la basura, entonces ha contratado empresas privadas para que lo hagan.
Quizás el aplauso a una Alcaldía porque recoge la basura tiene su origen en que la mayoría de las administraciones municipales no han cumplido con esa responsabilidad.
La actual administración del alcalde Abel Martínez se ha concentrado en mantener un intenso programa de recogida de basura y en señalización de las calles, pintar murales y casas de personas humildes.
Los problemas esenciales de la ciudad no han sido «tocados» por la Alcaldía de Martínez y por eso la oposición define su gestión como «un maquillaje facial».
La limpieza de la ciudad debería verse como «algo normal» porque esa es la responsabilidad de un gobierno municipal y porque la población paga para que sus autoridades recojan la basura.
No es un servicio gratis que la Alcaldía le ofrece a la ciudadanía porque cada mes cuando se paga el recibo del agua que envía CORAASAN, ahí se incluye el pago de la basura.